Hasta donde sé, la gente que conozco, la gente que transita por el difícil hilo de lo cotidiano, se junta, se une o se enamora por lo civil o por el panojal, algunos forman una familia de dos o de uno o hasta de más, y en ocasiones tienen churumbeles, ya sea por medio natural, artificial o de importación. Y al final algunos hasta se casan. Y ahí entraríamos en la naturaleza de las bodas, todas muy reales (de realidad), pero cada una de su novio y de su novia, o de su novio y su novio, o de su novia y su novia... O sea diversidad total.
Luego los hay que en el complicado ámbito de la convivencia triunfan o fracasan o ni fu ni fa o todo lo contrario (vaya usted a saber). El caso es que ahí están (o estamos) currándose el futuro mientras se beben el presente. Con todo lo bueno y lo malo en dosis bien diversificadas.
Eso es lo real.
Lo otro. Las historias de príncipes, princesas y chambelanes es lo del otro lado, lo que sólo existe para que existan las hadas.
Y ya se sabe que alguien dijo alguna vez que los cuentos de hadas, aunque parezcan mentira, casi siempre terminan mal.