miércoles, 21 de mayo de 2025

La niebla que despejaremos
















En 2014 estuve en el edificio de la Calle Londres en el que se ubicaba antes del golpe la sede del Partido Socialista de Chile. Me llevó mi amigo Hugo, que se había ido a vivir a aquella ciudad tan lejana unos años antes. Al entrar por el portón lo primero que me llamó la atención fue el suelo ajedrezado de baldosas blancas y negras. Por lo demás, se trataba de un viejo caserón con cierto lustre del pasado y con una historia reciente temible y tétrica.

Diez años después volví y llevé a Sol. Sentí la misma pesadumbre que la vez anterior, el mismo ahogo, la dificultad que persiste cuando por momentos se te olvida respirar, cuando crees ser consciente del dolor y la angustia que se adhiere a las paredes de unas estancias fantasmales como una segunda piel, como un revoco malsano fabricado con la ausencia de los desaparecidos.

Y es que en el edificio situado en la calle Londres número 38 de Santiago de Chile funcionó a pleno motor lo más temible de la dictadura sangrienta de Augusto Pinochet, tal y como lo atestiguan las placas que siembran el suelo de la acera que a esa casa lleva, con los nombres de las mujeres y los hombres que entraron allí un día para no volver.

Cada placa un ser humano, cada uno de ellos un paso. Pasos que damos hacia la niebla que despejaremos.  

   

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