Somos millones en esta isla errónea y apenas alguno sabe que llevamos vidas de náufrago

sábado, 26 de abril de 2025

La red que nos atrapa

Seguramente serán los mismos que se rasgan su camisa azul (que tú bordaste en rojo ayer) cuando alguien se permite la menor ironía contra sus creencias, y enarbolan a toda leche el estandarte del delito contra los sentimientos religiosos, los suyos, sacrosantos, no los de los infieles, dónde va usted a parar. Pero si usted se da un paseo por la mayoría de los comentarios de los lectores (lectores por decir algo) de medios de comunicación cántabros como El Diario Montañés o Ifomo Noticias sobre el atentado de ayer en la sede del PSOE, en Santander, podrán comprobar que más que comentarios son excrementos. 

Y, tal vez, los propios medios mencionados y el sistema judicial de este país, además de la ciudadanía al completo, debe empezar a tomarse en serio que, cuando alguien desde el presunto anonimato de las redes desea el mal, que por fortuna en este caso no ha sucedido, o anima a que suceda, no está haciendo uso de su legítimo derecho a la libertad de expresión, sino que está facultando cobardemente un delito de odio y enalteciendo al terrorismo.

No hablamos ni de colores, ni de partidos, ni de tendencias políticas. Hablamos de nuevo de vivir y de convivir. Esa convivencia que esa caterva de seres de inframundo está dispuesta a reventar a base de explosivos reales y morales.

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