Somos millones en esta isla errónea y apenas alguno sabe que llevamos vidas de náufrago

sábado, 10 de mayo de 2025

Lobos

Oleo de Julius Von Klever (1887)

Cuando los partidarios de las “extracciones” de lobos (y también de determinados eufemismos por lo que se ve) sueltan comentarios embadurnados de bilis en redes sociales suelen basar sus inteligentes y fundamentados planteamientos en tres o cuatro mantras aprendidos. A saber:

-Si no fuera por los ganaderos de qué os ibais a alimentar.

-Esos ecologistas de ciudad, señoritos que no tienen ni idea de lo que es el campo.

-Si tanto quieren a los lobos que se los lleven a su casa.

-A que no os atrevéis a defender al lobo en… (ponga el nombre de cualquier lugar en lo más intrincado de la ruralidad).

Hay que partir de la base de que existe, por parte de quienes se refugian en argumentos (¿argumentos?) de tal calibre, una errónea mentalidad supremacista, por no decir imperialista, que los lleva a pensar que ellos son, invariablemente, el centro del universo y, por tanto, los dueños del “prao”. Pueden parecer exageradas tales afirmaciones, más que nada por el tufo pedestre y cortoplacista que asoma en cada una de sus manifestaciones, pero qué otra cosa se puede pensar de los que se consideran la despensa del mundo y los detentadores únicos de la sabiduría en todo lo que se relaciona con la madre natura, cuando en muchas ocasiones son solamente los depredadores máximos de la misma.

Mención aparte tienen las siguientes afirmaciones. Lo de que los que defienden la persistencia del lobo se los pueden llevar a su casa es, ni más ni menos, lo mismo que los mismos (o los de su misma tendencia ideológica) utilizan cuando se habla de inmigrantes en general o de menores no acompañados en particular. A todos se les tacha de delincuentes sin el menor empacho y sin la menor prueba, del mismo modo que basan la peligrosidad de los lobos para la integridad del ser humano en terroríficas leyendas medievales.

Lo cierto es que, desde tiempo inmemorial, los lobos ya están en su propia casa, al contrario de aquellos que invitan a que sean realquilados en las casas de los demás.

Y, por último, la propuesta retadora final no deja de ser una amenaza que, sobre el papel, parece hacer a los “extractores” más peligrosos que los propios lobos. ¿Es eso en realidad? 

 

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