Somos millones en esta isla errónea y apenas alguno sabe que llevamos vidas de náufrago

lunes, 18 de noviembre de 2024

Pastores de Siria


Era 2008, a las afueras de Deir ez Zor, en Siria. Al año siguiente volvería al país aunque no a aquella ciudad. Aún no se había iniciado la debacle guerrera que llegaría dos o tres años después, y el puente sobre el río Éufrates, que visitaríamos a la búsqueda del bulbul naranjero (un ave del que hasta entonces jamás había oído hablar), aún estaba intacto.
A este lugar, por el que transitaban ovejas y pastores, y en el que un grupo de niños alborozados por la novedad y por el deseo de poder observar su mundo, como si fuera nuevo, a través de nuestros prismáticos nos llevó un taxista de religión cristiana, del que muchos años después aún me acuerdo. Todavía me pregunto qué destino pudo tener cuando la ciudad fue asolada por la ocupación de los integristas musulmanes. También recuerdo a aquellas chicas, muy jóvenes, hijas de un militar sirio, que nos abordaron la noche anterior en la terraza del hotel, mientras acabábamos la cena, con la intención de practicar un idioma inglés que nosotros farfullábamos de forma bastante ramplona para desgracia suya y nuestra.
No sé si algún día regresaré a Siria, pero aún conservo entre mis añoranzas la evocación de aquellas dos visitas mágicas.  

 

viernes, 15 de noviembre de 2024

La tigresa


Siguió mirando las negras profundidades en busca de movimiento, color o lo que fuera, pero no tenía fuerza suficiente en los ojos o no miraba donde debía, porque, tras un indicio de movimiento cerca de la pared de piedra, cuando volvió la cabeza para verlo, se encontró con la tigresa casi encima de ella.
Sus movimientos eran líquidos, como la miel al gotear de una cuchara. Emergió de las sombras de la jaula como si tuviera bajo su mando una gran porción de la selva, como si pisara el sucio barro del suelo de Florencia con las zarpas. No era un gatito. Parecía que fuera a estallar, vibraba, borboteaba como si ardiera por dentro, la cara lívida, asombrosamente simétrica. Era lo más hermoso que había visto en su vida. La espalda y los lomos brillantes como la boca de un horno, el vientre claro. Vio que las rayas del pelaje no eran tales, no: esa palabra no servía para describirlas. Eran puro encaje oscuro que adornaba, que ocultaba; la definían, la salvaban.
La tigresa se acercó un poco más, y otro poco más, hasta ponerse debajo del triángulo de luz. Miraba a Lucrezia a los ojos, fijamente. Por un momento, la niña tuvo la sensación de que iba a pasar de largo, como la leona. Pero se detuvo justo enfrente de ella. No estaba pensando en otra cosa, como la leona. La había visto, estaba allí con Lucrezia; tenían muchas cosas que decirse la una a la otra. Lucrezia lo sabía... y la tigresa también.
La niña se acercó, se puso de rodillas. Ahí tenía el flanco de la tigresa, a su lado: incisiones y elipsis de negro y ámbar que se repetían. Veía entrar y salir el aire de su cuerpo; veía la parte en la que el torso descendía y se perdía en el blando vientre, las suaves zarpas, el temblor de las patas. Vio que levantaba el lustroso hocico, que olisqueaba el aire y filtraba cuanto pudiera contarle. Lucrezia sintió la tristeza, la soledad que emanaba, el impacto de ser arrancada de su hogar, el horror de las semanas y más semanas en el mar. Percibió los mordiscos de los latigazos que le habían dado, el amargo anhelo del vaporoso y húmedo dosel de la selva y los irresistibles túneles verdes del sotobosque que eran sus dominios; el dolor ardiente en el pecho por los barrotes que ahora la encerraban. ¿No había esperanza?, parecía preguntarle la tigresa. ¿Me quedaré aquí para siempre? ¿Jamás volveré a casa?


Maggie O'Farrell.
El retrato de casada.
Libros del Asteroide.
Traducción de Concha Cardeñoso. 


jueves, 14 de noviembre de 2024

Mar y tierra



Nos fijamos normalmente en las criaturas del aire, pero de cuando en cuando nuestros ojos se desvían a los despojos que deja el mar y a las maravillas de la tierra. Y así, vamos encontrándonos en lo que fuimos y en lo que seremos. Al vaivén de las corrientes y de las fuerzas telúricas, solamente olas.

martes, 12 de noviembre de 2024

Mariposa tigre


A Omán fuimos a ver pájaros y no salimos descontentos de la empresa, pero de cuando en cuando se cruzaban algunas mariposas extrañas en nuestra geografía habitual. Aunque esta, la mariposa tigre (Danaus Chrysippus), según leo aunque jamás la había visto, también está presente en las Españas.
Otras hubo, no muchas, que se colocaron a la vista del objetivo de la cámara, pero la mayoría deambulaban vertiginosas a nuestro alrededor sin mostrarse el tiempo suficiente.
Las que confiaron en este torpe fotógrafo irán apareciendo por aquí. Las otras, vuelan aún ingrávidas y ajenas. Que la Madre Natura las mantenga por los siglos de los siglos en su limbo de aire y de flores.  

 

lunes, 11 de noviembre de 2024

Un paseo por la luna


En esta luna,
que no es luna, 
el calor hiela
y el frío hierve
en rasguños
de eternidad.
En esta luna
sin luna
son sólidos
como obsidiana
los vientos
y las palabras.
En esta luna
tan rara
alunizan
alcaudones,
perdices, 
cabras 
y pastores
selenitas
que marcan
en sus lunarios
las ausencias 
y los alfanjes 
con  hilos
 de pedernal
y soledades 
de plata. 

                                                                               MCH


jueves, 7 de noviembre de 2024

Elogio de las aves de paso


El gran poeta Novalis solía decir que hay que estar "perpetuamente en estado de poesía" ¿Consiguió hacer que este requerimiento fuera su día a día? Algo así se escribe en un arranque de buenas intenciones y, luego, nos pasamos la vida traicionándonos. Esta frase me obsesiona. Me he jurado no renunciar, mantener el fuego a través de la observación de aves.
La observación de las aves es innegablemente un estado de poesía. La práctica de la ornitología es un placer sencillo, accesible a todos. Para mí fue una forma de iniciación, y luego se convirtió en una necesidad. En los albores  de la cuarentena, se ha transformado en un arte de vivir que combina paciencia, silencio (aptitudes indispensables si se quiere entrar en un bosque y no limitarse a entrar en él como un viajero impasible que atraviesa un vestíbulo de una estación). Exhorta a hacerse olvidar y a fundirse en el paisaje, estimula la observación de los pequeños detalles y aboga por una identificación rigurosa. Valores cada vez más ortogonales a los de nuestro tiempo.

Jean-Noël Rieffel.
Elogio de las aves de paso.
Editorial GG.
Traducción de Cristina Zelich.



sábado, 2 de noviembre de 2024

Isabel en el combate



Isabel en el combate

Este texto fue escrito en el año 2016 con motivo de un ciclo de militancias organizado por la Asociación Desmemoriados.

 

Hay historias que merece la pena comenzarlas al revés. Imagínense a Isabel Tejerina dando un paso hacia delante y luego otro en busca del horizonte y mientras tanto ese horizonte se va alejando un paso y luego otro más, tal como Eduardo Galeano recogió en “El libro de los abrazos”.

Imagínense a Isabel constatando que “tenemos causas (por las que luchar), pero no un modelo social alternativo”. O bien perdiendo los sueños de forma directamente proporcional al alejamiento del horizonte utópico.

Imagínense, por fin, a Isabel caminando. “Perdimos nuestro sueño, pero caminamos”. 

Entonces piensen en Isabel representando la vida en el escenario con “unos cuantos”. Piénsenla de maestra. O de madre, esposa, hermana… Y entonces les vendrán a la memoria palabras que ella misma recuerda. Utopía, idealismo, entusiasmo, militancia. 

Recuérdenla después, con su voz grave, dando el mejor discurso que se haya escuchado, seguro, en el salón de plenos del Ayuntamiento de Santander. Recuérdenla siendo expulsada, como son expulsados los justos, por el impío, por el centurión que, tiempo después, en verdadera muestra de justicia poética, también a hierro muere.

Escúchenla ahora confesándose de esa ingenuidad que los militantes no se pueden permitir y que, sin embargo, les hace más humanos. 

Entonces vendrán las causas de los hombres y de las mujeres. Todas, porque en todas caminó. La causa obrera, la causa estudiantil, la causa vecinal, la causa feminista…Causas que por muchas que fueran se encerraban en una: La justicia social. 

Y entonces, caminando, llegamos a la lucha contra la dictadura. Esa, la permanente, la que sigue imponiendo hoy, con otros disfraces, su criterio. 

Y llegamos al comienzo, como el marino que nunca fue, soltando amarras. E Isabel se pone a caminar.

miércoles, 16 de octubre de 2024

La melancolía


Era 1994 y era también la primera vez que cruzaba el Atlántico. En la isla de Cuba atravesaban lo que llamaron el "periodo especial", que de especial lo único que tenía era la falta de casi todo, una vez que el muro había caído y con él la Unión Soviética -principal aliado económico del país- y todos los demás estados satélites, como en un juego terrible de fichas de dominó.
Nosotros entonces, animados por el comité de solidaridad en el que entonces militábamos y por una fe poco menos que inquebrantable y romántica, llevábamos a un hospital de La Habana reactivos de laboratorio para paliar, como quien aporta un grano de arroz a una olla comunitaria, aquel descenso a los infiernos.
Una vez cumplida la encomienda nos aplicamos durante unos días en recorrer aquella geografía con forma de caimán. Nuestro propósito era llegar a Santiago (igual que Federico) y luego volver a la capital, pero las cosas sucedieron de otra manera (como suele ser habitual por aquellos lares). Solamente llegamos hasta Camagüey, pero aquellos días nos enseñaron más de la isla que cualquier atardecer tomando en el Malecón.
La fotografía está hecha en un pueblo a las afueras de La Habana (de cuyo nombre no me acuerdo), donde tuvimos que detenernos por la primera avería, de las muchas (benditas averías, que nos permitieron conocer y hablar con la gente real) que nos dio el coche de alquiler. Probablemente se trate de un austero y humilde local del Poder Popular al que entramos para curiosear y para preguntar por algún taller.
Ya cuando salíamos miré hacia atrás y vi a la muchacha observando tras la ventana algo que yo no podría ver jamás. El infinito quizá. La melancolía tal vez.  

martes, 15 de octubre de 2024

Volar


A buen seguro que habrá a quien no le guste la frasecita, dado que lo que se estila en esta sociedad tan competitiva y tan repleta de egos hinchados es que en el perfil la nariz apunte, al menos, para arriba. Ya saben, postureo puro. 

martes, 8 de octubre de 2024

La Memoria


Andan en estos días los compañeros, algunos, aunque no lo digan en voz alta, afligidos y desalentados. Como si la derogación de una ley fuera una barrera insalvable. Como si el mero hecho de convertir un papel en papel mojado tuviera la facultad de dejarnos incapacitados.
Casi nunca, en este país de avestruces, navegó la memoria a favor de corriente. Más bien lo contrario. Esta es una tierra de olvidos interesados y de maniobras disuasorias bastante más graves y mucho más dilatadas en el tiempo. A nadie le debería sorprender que los hijos naturales e ideológicos del oscurantismo retrógrado y recalcitrante que ha dominado la vida de este país, desde bastante más allá de 1939 hasta bastante más acá de 1975, pretendan seguir solapando la Memoria colectiva en defensa de sus intereses de clase.
Creen ellos que la medida les dará buenos resultados para perpetuar el olvido; y para ello no dudan en falsear y en tergiversar. Objetivamente parece que siempre fue así y por eso tampoco dudan en seguir intentando convertir a las generaciones de este país en analfabetas virtuales, que no saben quienes son ni en donde viven. Y así, con ese bagaje, votan.
Sin embargo, y pese a que una ley parece un buen abrigo, y de ahí tanta tristeza, no deja de ser en muchos casos como un estandarte sin propósito que el viento bandea según qué intereses espurios lo agiten, o peor aún, la moneda de cambio de quienes siempre han preferido que nada se mueva.
Pero lo cierto es que todo se mueve. El mutismo y el miedo nunca fueron olvido para aquellos que se arrastraron de derrota en derrota.
Andan en estos días los compañeros afligidos y desalentados. Y es más que probable que nada de esto que escribo vaya a remediarlo. Ni en ellos ni en mi. Aunque, en honor a la verdad, todos llevan mucho más tiempo que una ley abriendo ventanas y aireando silencios. Y ahí seguirán, ellos y los que vengan después, cuando la ignominia de los nuevos hacedores de la amnesia sea solo polvo entre el polvo.                                                                                               

martes, 1 de octubre de 2024

Aves de Chile: Diucón


El Diucón (Pyrope pyrope), también llamado urco, huilco o monjita diucón, se distingue por ese ojo rojo tan llamativo y por un característico aplanamiento de la cabeza. 
Ave habitualmente solitaria, que en esta ocasión se dejó tomar fotos como modelo en pasarela. O como si el fotógrafo, a dos pasos de ella, fuera invisible o no existiera.
A veces pasa.  


 

domingo, 29 de septiembre de 2024

Diez años desmemoriados (Doce estrofas y una coda)


 Diez años desmemoriados
(Doce estrofas y una coda)

 

Si veinte años no es nada,
como cantaba Gardel;
entonces qué decir de diez:
Diez es la mitad de nada.

Pero hay valor y memoria
que se asoma al tiempo ido,
que lucha contra el olvido,
que rescata de la Historia

lo que siguen silenciando
por el miedo y el castigo
aquellos que diciendo “digo”
continúan gobernando

la voluntad y los bríos,
no ya de Quijote o Sancho
sino tirando por lo ancho
del cura que quema libros.

¿Que somos Desmemoriados?
Esa es, quizá, la ironía.
Lo dice quien desafía
la amnesia de los cuitados.

¿Que somos Desmemoriados?
¿¡Y quién lo afirma, pardiez!?
¿Un plumífero soez?
¿La patética caverna?

¿La diestra rarita, tal vez?
Qué más nos da quien lo diga,
el chisme no tiene miga
Cumplimos diez años, diez.

Vamos despacio por prisa.
Por lo cabal, cavamos en serio,
el trabajo no es misterio.
Solo estos ripios son de risa.

¿Que arde la ley con engaños?
¿Que se burlan los falsarios?
¿Que echan más tierra en los osarios?
¿Que entre fachas hay apaños?

De esa niebla rescatamos
los más humanos derechos
y nos tomamos a pecho
todo aquello cuanto amamos.

La memoria no se borra,
la memoria es infinita,
envilece a los que irrita,
embrutece a quien la ignora.

Veinte años no es nada
y hasta esa cota nos vamos
Desmemoriados y ufanos
                                  pues diez años solo es                                   

la mera mitad de nada.

 

 

 

 

 

 

jueves, 26 de septiembre de 2024

¿Por qué nos miran los animales?






Los ojos de un animal cuando observan al hombre tienen una expresión atenta y cautelosa. El mismo animal puede mirar a otra especie del mismo modo. No reserva para el hombre una mirada especial. Pero, salvo la humana, ninguna otra especie reconocerá la mirada del animal como algo familiar. Otros animales se quedan atrapados en ella. El hombre toma conciencia de sí mismo al devolverla.
El animal lo escruta a través de un estrecho abismo de incomprensión. Por eso el hombre puede sorprender al animal. Pero el animal, incluso el domesticado, también sorprende al hombre. También este observa al animal desde un abismo de incomprensión parecido, pero no idéntico. El hombre siempre mira desde la ignorancia y el miedo. Y así, cuando es él quien está siendo observado por el animal, sucede que es visto del mismo modo que ve él lo que le rodea. Al darse cuenta de esto, la mirada del animal le resulta familiar. Y, sin embargo, el animal es claramente distinto y nunca se confunde con el hombre. De este modo, se le asigna un poder al animal, comparable al poder humano, si bien nunca llegan a coincidir. El animal tiene secretos que, a diferencia de los secretos que guardan las cuevas, las montañas y los mares, están específicamente dirigidos al hombre.
Si sustituimos la mirada del animal por la de otro hombre, veremos más claramente esta relación. En principio, cuando la mirada es entre dos hombres, el lenguaje establece un puente entre los dos abismos. Aun cuando el encuentro sea hostil y no se utilice palabra alguna (aun cuando hablen lenguas diferentes), la existencia del lenguaje permite que al menos uno de ellos, si no los dos, se sienta confirmado por el otro. El lenguaje permite al hombre contar con los otros como con él mismo. (En esa confirmación, que se hace posible por el lenguaje, también pueden confirmarse la ignorancia y el miedo humanos. Mientras que en los animales el miedo es una respuesta a una señal, en el hombre es algo endémico).
Ningún animal confirma al hombre, ni positiva ni negativamente. El cazador puede matar y comerse al animal, a fin de sumar su energía a la que él ya posee. El animal puede ser domesticado, a fin de convertirlo en una fuente de aprovisionamiento y en una herramienta de trabajo para el campesino. Pero la falta de un lenguaje común, su silencio, siempre garantiza su distancia, su diferencia, su exclusión con respecto al hombre.
No obstante, precisamente debido a esta diferencia, podemos considerar que la vida de los animales, que no debe confundirse nunca con la de los hombres, corre paralela a la de estos. Solo en la muerte convergen las dos líneas paralelas, y, tal vez, después de la muerte se cruzan para volver a hacerse paralelas: de ahí la extendida creencia en la transmigración de las almas.
Con sus vidas paralelas, los animales ofrecen al hombre un tipo de compañía diferente de todas las que pueda aportar el intercambio humano. Diferente porque es una compañía ofrecida a la soledad del hombre en cuanto a especie.

John Berger.
Por qué miramos a los animales.
Alfaguara.
Traducción: Pilar Vázquez.        


sábado, 21 de septiembre de 2024

Viva Hazaña





Hace muchos años vi una película de la que apenas tengo recuerdo salvo su título, que trataba de una pequeña rebelión de alumnos adolescentes en un colegio de curas. Ahora mismo tampoco tengo memoria del motivo del descontento, pero sí la vaga imagen de que entre aquellos estudiantes que pintaban rudimentarias pancartas con la, para ellos, revolucionaria frase de "Viva Hazaña" (con esa H que revelaba el mismo desconocimiento de la Historia que también tenía yo), había un reflejo de las actitudes, unas timoratas y cobardes y otras atrevidas y audaces hasta la insensatez, que luego vería muchas veces a lo largo de los años y las luchas.
Poco sabían aquellos críos que, si para su total falta de discernimiento, aquel Azaña era solo un nombre de guerra, para sus oponentes, religiosos y maestros del régimen, era un fantasma del pasado que seguía teniendo la capacidad de ponerlos sumamente nerviosos. No fuera a ser que aquella algarada anticipara otras revueltas que trajeran nuevas repúblicas.
Manuel Azaña, último presidente de la II República Española, murió en el exilio en Montauban, acosado por los agentes del franquismo y por la ocupación nazi de Francia. Y allí está enterrado, en una tumba sencilla de un cementerio desastrado.
Pocas personas desataron tanta inquina y tanto odio entre los fascistas que luego dominaron España. 
Gloria a (H)Azaña por eso también.

lunes, 16 de septiembre de 2024

El 47


Creo que no estropeo los acontecimientos que se suceden en la película si cuento que la historia comienza de noche y en un lugar montuno y arisco de los arrabales de Barcelona. Allí, el germen de lo que será una comunidad vecinal de inmigrantes andaluces y extremeños se afana noche tras noche en construir unas chabolas que la permita asentarse en lo que considera una ciudad próspera, muy alejada de un sur del que todos ellos se sienten expulsados por motivos económicos y, en muchos casos, también políticos. Son los años cincuenta. 
Parece ser que existía una norma en ese tipo de construcciones según la cual, si al amanecer la vivienda tenía techo no podía derribarse. Con la salida del sol, cada día aparecía por el lugar la policía a caballo junto a una cuadrilla de peones armada de mazas, dispuestos a derribar lo construido que no se atuviera a la ley (probablemente no escrita) de los tejados y de las cubiertas.
Manolo Vital, el protagonista, tras una noche de construcciones frustradas y una madrugada de derribos, de forma enérgica les dice a sus convecinos que desde entonces en adelante construirán y finalizarán entre todos una casa en lugar de laborar cada familia en la suya de forma individual. A la mañana siguiente la que se va frustrada es la autoridad.
Ahí es cuando el que esto escribe se empezó a emocionar.
Desde ese momento, a lo largo del metraje, no podía por menos que recordar nuestra propia historia de lucha vecinal en los años setenta y ochenta. Aunque los hechos eran diferentes, había tantas y tantas similitudes en la dedicación y en el coraje, aunque también en las debilidades y las disputas, que todo el rato me venían a la memoria los rostros de mis propios vecinos y de la fe poco menos que inquebrantable en el bien común de la mayoría de ellos. Héroes anónimos de mi barrio y de otros barrios de las Españas todas. 

martes, 10 de septiembre de 2024

Morandé 80




Hay unas imágenes icónicas del 11 de septiembre de 1973 en Santiago de Chile en las que, por la puerta del Palacio de la Moneda que da a la calle Morandé 80, se ve salir al presidente Allende, armado y con casco militar, acompañado de varios miembros del GAP (Grupo de Amigos Personales). En realidad, su escolta. Tanto el presidente como sus guardaespaldas miran al cielo; se supone que atentos al vuelo de los aviones golpistas que estaban atacando el palacio presidencial. Muy poco tiempo después muchos de ellos, incluido Salvador Allende, estarían muertos.
En febrero de este año visité por tercera vez en el lapso de casi veinte años los alrededores del Palacio de la Moneda. Y digo los alrededores, porque esta vez tampoco pude entrar a visitar su interior. Diferentes circunstancias lo han hecho imposible en cada ocasión. La primera porque estaba un montón de gerifaltes reunidos con ocasión del famoso "¿por qué no te callas?" de un rey al que nadie había elegido hacia el presidente democrático de un país latinoamericano. En la segunda hubo otro evento que no recuerdo, pero que también impedía el paso a los turistas visitantes. Y la tercera por la cerrilidad de una encargada del acceso que no respondía a estímulos ni a explicaciones razonables que me producen hastío contar.
Mientras me alejaba esta última vez precisamente por la calle Morandé, prometiéndome no intentarlo jamás por muchas veces que regresara a Santiago, me decía a mí mismo que ojalá hubieran tenido el acceso tan difícil como yo aquellos que, a partir de ese 11 de septiembre, inundaron de sangre Chile y de dolor también a los que desde esta parte del mundo añoraban la libertad que allí estaban perdiendo.  

lunes, 9 de septiembre de 2024

Desmemoriados


 Desmemoriados festeja su décimo aniversario

Los Castos actuarán en la nave de la Asociación Octubre en Sierrapando, Torrelavega
El viernes 27 de septiembre a las 20:00 h., el colectivo Desmemoriados, Memoria Colectiva de Cantabria, celebrará en la sede de la Asociación Octubre en el barrio de Sierrapando, Torrelavega, la fiesta de su décimo aniversario.
La colaboración entre las asociaciones Octubre y Desmemoriados, cada una desde su ámbito, viene desarrollándose desde hace algunos años resultado de planteamientos y afinidades comunes.
El centro de la fiesta será la actuación de Los Castos, grupo que acredita once trienios de música y parranda tocando vallenatos, cumbias, corridos, rancheras, tangos, son cubano… Eclecticismo sin papeles que salta fronteras en un tono rigurosamente bullicioso.
El pase, abierto a todos los públicos, tiene un coste de 5 € público general y 3€ para los socios.
La asociación comúnmente conocida como Desmemoriados se formó en el otoño de 2014 resultado de la confluencia de diferentes proyectos: Presos con causa. La Vorágine y el Seminario de fuentes orales del ICE de la Universidad de Cantabria, al que se han ido incorporando personas con una formación heterogénea, pero con el interés común de contribuir a la recuperación y divulgación de la memoria colectiva de Cantabria.
El proyecto base es la creación de un archivo digital que se va engrosando con fondos de diferente naturaleza: documentación privada tanto personal como de colectivos, fuentes orales, fotografías, objetos, etc. La colección documental se halla alojada en UCrea, repositorio abierto de la Universidad de Cantabria, fruto de un convenio que recientemente acaba de ser renovado.
La divulgación es otra de las líneas fundamentales del proyecto, con diferentes exposiciones por salas y centros educativos de la región, como la de los Niños de la Guerra o la de los sucesos de Reinosa de 1987, que vino acompañada del documental dirigido por Vicente Vega. Otro elemento reseñable en este tiempo ha sido el trabajo por el reconocimiento público e institucional de la figura de los tres jóvenes asesinados en Almería en mayo de 1981, que cuenta con una escultura conmemorativa en la plaza de las estaciones de Santander realizada por el artista campurriano Nacho Zubelzu y, además, han asesorado a Andrés Barrio y Alicia Céspedes, directores del cortometraje documental premiado en FESCIMED 2023, “Almería 1981”.
En el mismo ámbito divulgativo, este mismo año han alcanzado las cien publicaciones que sobre temas de la historia de Cantabria del siglo XX difunden cada mes, desde diciembre de 2015, y que junto con otros textos se compilan en una revista de periodicidad anual. Charlas, colaboraciones en cursos, congresos y monografías completan esta línea de trabajo.
Por último, al hilo de la controversia política en torno a la memoria democrática mantienen una postura a favor del mantenimiento y desarrollo del actual marco normativo, entendiendo que la Ley debe ser mejorada en aspectos reglamentarios que garanticen su cumplimiento y fomenten los aspectos pedagógicos de la misma, fundamentalmente.

sábado, 7 de septiembre de 2024

Golondrinas







De unos días para acá, todas las mañanas se concentran delante de las ventanas de casa durante un rato cuando el sol está despuntando. Algunas, las más osadas, se sitúan en el alfeizar mirando hacia el interior, pero lo normal es que revoloteen de la ventana a los cables que se alzan al otro lado de la calle, o que vuelen a los prados vecinos en un continuo y alegre baile de alas y levitas.
Sé que no va a durar mucho y que, simplemente, están esperando a que las crías maduren un poco para emprender viaje, pero mientras aparezcan voy de aliciente en aliciente.
Hoy aún estoy aguardando.
  


viernes, 6 de septiembre de 2024

Los libros de Javier


Vale que me diga, achinando los ojos y con ese tono socarrón que practica desde que lo conozco (hace ya mucho de eso), que la suya es una librería de estampitas (que no lo es), pero también afirma que el lugar en el que están esas estampitas es una cueva, una gruta, una sima, una caverna con luz de oxímoron. Tal vez le acepte, si de sinónimos se trata, lo de guarida, cubil, madriguera. O refugio, porque eso tiene pinta de ser. Un lugar para abstraerse veintinueve o treinta días al mes y uno para recibir a los amigos y jugar al escondite inglés. Porque, ya saben, ese único día el que se mueve pierde. O no sale en la foto, que decía aquel. 

jueves, 5 de septiembre de 2024

La colonia


El camino se fue empinando y frenó a Bean Uí Neíll. Los demás la alcanzaron y caminaron a su lado por la hierba, seca y espinosa por el sol y el viento del día, hasta que el rocío la empapara y suavizase. Siguieron hacia los acantilados, hacia el mar batiendo las rocas, con el cuerpo encorvado contra el viento, aunque no soplaba demasiado, porque era su inclinación natural, inherente, incluso en una tarde tan tranquila como para que los mosquitos asomaran de la hierba y les mordiesen las manos, la cara, aunque ellos no se dieron cuenta, iban los cuatro centrados en llegar a los acantilados, en el aire elemental, en el pulso del mar contra la roca.
Bean Uí Neíll inhaló profundamente.
Esto le hace bien a uno, dijo.
Desde luego, respondió Micheál.
Se sentaron y contemplaron el sol, que se iba hundiendo en el mar, un derroche de rosas y rojos.
Esto es mejor que misa, dijo Mairéad.
Qué comentario tan horrible, le reprochó Bean Uí Neíll.
¿De verdad?
De verdad, Mairéad. Horrible.
El ostensorio en el que se coloca la hostia tiene la forma del sol, mamá.
¿Y?
Unos hombres con faldones lo sostienen en alto como si fuera el sol.
Eso es horrible, Mairéad.
Lo adoran. Se supone que debemos adorarlo.
Lo adoro, Mairéad.
Pero lo tenemos aquí mismo, delante de nosotros, mámá.
El sol. Sin un solo cura a la vista.

Audrey Magee.
La colonia.
Narrativa Sextopiso.
Traducción: Inga Pellisa.