Fotografía tomada en Ispahan en 2016
Nunca me pondría de parte del actual gobierno de Irán, pero tampoco del anterior a los ayatollahs. Jamás podría estar a favor de la engañosa democracia que encumbra a estúpidos como Trump o a asesinos como Netanyahu. En la vida defendería a los que aquí los defienden. Y de igual modo sería inconcebible que fuera amistoso con los belicistas que gobiernan la Unión Europea con una abuelita siniestra llamada Von der Leyen a la cabeza.
¿Entonces, dónde puedo estar? ¿Seré acaso como un niño Handala, triste, solitario y de espaldas al mundo miserable que nos rodea?
Visité Irán en 2016. Antes ya me interesaba aquel país, por su literatura del exilio exterior y por sus directores de cine del exilio interior. Me encontré con una tierra dura y una gente alegre y amable a la vez (aunque no voy a caer en la ingenuidad de pensar que todo el mundo es bueno, ni allí ni en ningún sitio).
Me sorprendió la gran cantidad de librerías que había y también (aunque no había por qué, dado que me parece que es la tendencia general en todo el mundo) el inmenso número de mujeres que acudían a ellas. Me enternecía que las iraníes nos pidieran (sobre todo a Sol) posar con ellas en sus fotografías. Me gustaba comprobar la hermosa rebeldía en unos pañuelos que destapaban la vergüenza de una dictadura y mucho más de la mitad de sus cabellos.
Ningún país debería ser gobernado por la fe inquebrantable en hechos que es imposible comprobar, pero tampoco en la creencia de la superioridad como raza, como etnia o como grupo social. Es el modo en el que el ser humano se convierte en alguien moldeable, manipulable, anulable. Cuando la holgazanería intelectual se instala es cuando la inteligencia se esfuma. Ver los cielos de Teherán y de Tel Aviv iluminados por cohetes es como ver a dos imbéciles sacudiéndose a mamporros y a otro imbécil intentando manejar unos hilos que se le enredan en la torpeza.
Y mientras tanto, la buena gente que conocí en Ispahan, o en Yadz, o en Shiraz, o en Qazvin, uniendo un dolor más a sus dolores.
No hay comentarios:
Publicar un comentario