Nos ha caído agua a esgalla, nos hemos empapado a la irlandesa, a la escocesa, a la vietnamita y a la camboyana, nos han llovido gatos y perros, chuzos de punta, se ha desplomado el cielo sobre nuestras cabezas, hemos probado el amargo sabor de granizos como puños, nos ha envuelto el sordo rumor de la nieve.
Vivimos en una tierra en la que se supone que el paraguas y el impermeable son instrumentos imprescindibles.
Y sin embargo aquí estamos, mirando desconcertados la ausencia de nubes, preguntándonos si será verdad lo que cuentan del cambio climático, del tapón de mierda en la capa de ozono. Sin una miserable tormenta, sin un chubasco, aunque sea pequeñito, que libre a los bosques y que amanse a la fiera.
Vivimos en una tierra en la que se supone que el paraguas y el impermeable son instrumentos imprescindibles.
Y sin embargo aquí estamos, mirando desconcertados la ausencia de nubes, preguntándonos si será verdad lo que cuentan del cambio climático, del tapón de mierda en la capa de ozono. Sin una miserable tormenta, sin un chubasco, aunque sea pequeñito, que libre a los bosques y que amanse a la fiera.
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