Ya es casualidad que no sea la autocensura impuesta o la precariedad de los puestos de trabajo, o el adocenamiento en las redacciones convertidas en cadenas de montaje, o las llamadas intempestivas desde cualquier despacho gubernamental por un quítame allá esa coma, o las purgas selectivas por razones ideológicas, o las reuniones personalizadas y a puerta cerrada para amedrentar al que está dentro y a los que están fuera. Ni siquiera la publicidad institucional o la de las grandes corporaciones que quitan o ponen rey.
Ya es casualidad, hombre, que sean los de Podemos los que acojonan.
No hay comentarios:
Publicar un comentario