Amanece el Día Mundial de la Poesía con los gorgoritos de este gallo malaje que ha tomado al asalto el techo de mi furgoneta como atalaya. Y ahí sigue. No tengo muy claro si es que avizora en lontananza los escuadrones de lectores que se acercan a galope tendido o que en cualquier momento me va a avisar de una invasión de poetas malditos o de malditos poetas (que de todo hay en este Parnaso pecador). Por si acaso tomaré precauciones y me refugiaré en la trinchera. Tal vez cenemos gallo.
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