Somos millones en esta isla errónea y apenas alguno sabe que llevamos vidas de náufrago

jueves, 21 de noviembre de 2024

Casa tomada


Existe una novela de Manuel Mujica Laínez titulada "La casa" y un cuento de Julio Cortázar, "Casa tomada", que, a pesar de sus diferencias de tratamiento, confluyen en la concesión de un protagonismo absoluto a sendas antiguas casonas coloniales. Ambas viviendas se sitúan en la ciudad de Buenos Aires y ambas, además, han tenido tiempos mejores.
En la primera narración es la voz de la propia casa la que relata su devenir, detallando el paso por ella de los diferentes habitantes a lo largo de los tiempos, en un maravilloso juego literario en el que, al menos en esta ocasión, "las paredes hablan", que el autor empleó también en algún otro de sus trabajos, como es el caso de "El escarabajo", una joya egipcia propiedad, creo recordar, de la reina Nefertiti que pasa de mano en mano y de geografía en geografía hasta nuestros días. 
En el relato de Cortázar, el otro argentino, se manifiesta una vuelta de tuerca en el ámbito de la residencia. La evolución, siendo temporal también, aunque en menor medida, registra una transformación fantasmal que afecta a los únicos propietarios, que verán poco a poco reducido su espacio habitacional en virtud de extraños fenómenos espectrales.

Me abstraigo en todo esto mientras doy un paseo matutino, observando cómo van deteriorándose a mi alrededor vetustas viviendas tradicionales y cómo, al tiempo, se levantan en su lugar chalets de todo tipo, más funcionales (probablemente más baratos) y, desde luego, con bastante menos gracia, en una extraña huida hacia adelante que amenaza con desarbolar cualquier vestigio de formas de vida antigua y de una parte de nuestra cultura, ahora despreciada, de la misma manera que desperdiciamos alegremente especies animales y vegetales condenadas a la extinción.
Pienso en ello, mientras observo al pasar las viejas ventanas carcomidas, tomadas las casas por una decrepitud que avanza a marchas forzadas, creyendo ver por un momento, como los personajes de Cortázar, tras sus cristales rotos las sombras de los que alguna vez las habitaron. 

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