El dragón
Con el dragón no se enreda,
no se juega al dominó,
no se brinda, no se festeja.
Al dragón no se le regalan flores,
no se le sonríe, no se le abren las puertas.
Al dragón no se le cede el paso,
no se le da la vez
y tampoco la voz.
Al dragón no se le celebra
no se le invita al hogar,
no se le aplauden los engaños.
Al dragón solamente se le recuerda
la muerte y el dolor,
el infortunio terrible de sus hogueras.
Al dragón, en fin, nunca se le nombra
por su nombre de fuego.
Con el dragón, sépanlo bien,
jamás te apareas.
MCH
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