Somos millones en esta isla errónea y apenas alguno sabe que llevamos vidas de náufrago

miércoles, 7 de agosto de 2024

Dostoievski


Leyó:
-El idiota, de Dostoievski. Ya veo que apuntas alto, Nel. ¿Cómo es el cuento este del idiota?
Sorprendido por la curiosidad y el tono amistoso de Duroc, Nel se dispuso a entrar en la obra. Y era un libro de mucho peso, debía de ser bueno, mil páginas o así.
-Es la historia de un personaje muy especial que es príncipe. Tiene muchas virtudes, muchas cualidades, eso parece, y pretende ayudar a toda la gente que se le pone delante, pero lo que hace es estropear la vida de los otros y también...
-Sabías que había un futbolista del Celta que leía a este tipo, al Dostoievski?, Pahíño. Era un delantero macanudo. Un goleador. Lo fichó el Real Madrid. Las ideas le llegaban a los pies. Pero le dio por leer. Eran los tiempos de Franco y un periódico tituló a toda página: "¡El futbolista que lee a Dostoievski!".  Aquello fue una sentencia. Lo habían llamado para el Mundial de Brasil. En el aeropuerto de Madrid, y en el momento de transportar el equipaje para facturar, el seleccionador, que era un militar, gritó: "¡Las maletas que las lleve el gallego!". Y Pahíño no se calló: "¡Las maletas que las lleve tu puta madre!". Quedó en tierra. Se perdió el Mundial. Y España también. Ahora, a mí quien me gustaba era Amoedo. En aquella época no había tanto presumido, tanta foto, y él sacó a bailar a mi madre en un baile en el Morrazo. Se presentó: "Nena, que sepas que estás bailando con el delantero centro del Celta de Vigo". Era un tipo sencillo, Amoedo.

Manuel Rivas.
Vivir sin permiso y otras historias de Oeste.
Editorial Alfaguara.


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