http://ciberiada.net/2010/02/07/lo-que-queda-del-whisky-de-shackleton/
Al irlandés Ernest Shackleton se le conoce sobre todo porque no arribó el primero al Polo Sur como Amundsen y porque no tuvo el destino desdichado de Scott en su ciega carrera hacia el heroísmo. Podría decirse que a diferencia de los anteriores fue un segundón que no llegó a ninguna de las metas que los otros marcaron: la del triunfo o la de la tragedia.
Sin embargo, con los mismos claroscuros que todo el mundo, Shackleton es admirado porque durante la expedición del Endurance consiguió salvar la vida de toda su tripulación, tras muchas penalidades y avatares que el famoso libro de Caroline Alexander titulado “Atrapados en el hielo” relata de modo magnífico.
Desde hace unos días al expedicionario irlandés se le va a conocer también por haber dejado a la historia un cargamento de botellas de whisky de 100 años de antigüedad, que tuvo que dejar atrás en un refugio del continente antártico tras otra escapada a suerte o a muerte.
Estoy seguro de que esas botellas conteniendo la “bebida isotónica” más característica de aquellos aventureros de principios del siglo XX fueron abandonadas con profundo pesar. La misma pena que me embarga a mí por no haber sido el afortunado que las encontrara.
Sin embargo, con los mismos claroscuros que todo el mundo, Shackleton es admirado porque durante la expedición del Endurance consiguió salvar la vida de toda su tripulación, tras muchas penalidades y avatares que el famoso libro de Caroline Alexander titulado “Atrapados en el hielo” relata de modo magnífico.
Desde hace unos días al expedicionario irlandés se le va a conocer también por haber dejado a la historia un cargamento de botellas de whisky de 100 años de antigüedad, que tuvo que dejar atrás en un refugio del continente antártico tras otra escapada a suerte o a muerte.
Estoy seguro de que esas botellas conteniendo la “bebida isotónica” más característica de aquellos aventureros de principios del siglo XX fueron abandonadas con profundo pesar. La misma pena que me embarga a mí por no haber sido el afortunado que las encontrara.
El whisky gana calidad en barrica después de un minucioso proceso donde los cereales y el agua son pura ciencia, por no decir alquimía,pero no en botella. Las botellas de Ernest Shackleton teniendo en cuenta en el medio donde han permanecido pueden estar perfectamente bebibles, pero si el género era barato, seguirá igual.
ResponderEliminarMe temo que Johnnie Walker XII se manifiesta de forma objetiva pero interesada, ya que según parece las botellas en cuestión no eran de su firma.
ResponderEliminarCreo que le está quitando al descubrimiento el aroma legendario: Tener en las manos aquello que pasó previamente por las de los exploradores del polo. Un privilegio.
No se confunda, Mitómano, no pretendo quitar arómas , tener en las manos una botella así es muy emocionante. Creo que nunca me atrevería a abrir una botella de este tipo para beberla (quizás una mínima punción para analizarla, si es necesario y con reparos). En mi post traté de quitar importancia al contenido, no a su historia. Creo que ya hay cretinos dispuestos a comprar el género a cualquier precio, para beber o para tener un trofeo en la colección.
ResponderEliminarClaro que ahora que lo pienso, si estoy perdido por el polo y me encuentro la caja y no tengo más, me la bebo.
Bueno, no discutir. Si el brebaje sale malo lo mezclamos con las botellas de cocacola que se encontraron en la cabaña de Amundsen en la que se refugió en su expedición al polo norte.
ResponderEliminarFirmado: Etiqueta verde (johnnie de malta, de 15 años, el más rico de los johnnies para mi gusto).
PD: No puedo dejar de comentar cuando en el Rincón de la Canal pedí un güisqui de malta y me dijeron que no, que allí sólo tenían escoceses. Y juro que es cierto.