Hace casi treinta años que no veníamos por aquí. Entonces no sé si todo era más sencillo (aunque quizá me falla la memoria), pero el verano transcurría indolente y los chavales del barrio, una heterogénea pandilla a la que el tiempo ha aventado, pasábamos en este lugar la mayor parte de los días y, a veces, muchas horas de las noches.
El paisaje, por fortuna, se conserva igual. Y aunque el que escribe desde luego no, a poco que hagamos un esfuerzo de imaginación podemos ver frente a nosotros, lanzándose al agua entre risotadas y alaridos, a aquellos que una vez fuimos.
El paisaje, por fortuna, se conserva igual. Y aunque el que escribe desde luego no, a poco que hagamos un esfuerzo de imaginación podemos ver frente a nosotros, lanzándose al agua entre risotadas y alaridos, a aquellos que una vez fuimos.
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