Hay quien lo llama demencia, pero
a veces solamente es la negación de un final que se presume. Resistencia al
embate de los cuerpos cansados de vivir.
Entonces la imaginación se abre
como una flor y se reescriben las páginas de otros tiempos, cuando no era tan penoso
llegar al comienzo de la noche y la esperanza era un músculo ardiente y tenaz.
Desde el lecho de un hospital vuelan
por la habitación palomas nacidas de la magia. Resucitan los muertos queridos,
vuelven a sonreír y el eco de sus voces olvidadas resuena de pared a
pared.
Mientras tanto los hijos viejos
regresan a la infancia en que ella fue feliz.
Y por fin duerme de nuevo cada
noche con su marido. Y así se espanta la soledad.
Puffff...
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