Sé que hay una trinchera para
nosotros, un lugar en el que, a pesar de la aparente grandilocuencia, aún sirve
viajar en pos de la justicia y contemplar a lo lejos el aire sin fronteras. Sé
que los sueños no tienen por qué ser un juguete de mentira, una perenne
oscuridad. Algo me dice que todo es posible y que a un paso le sigue otro paso
y que hay que caminar. A veces, dicen, puede romperse el manto de las nubes
para que nos acaricie la luz del sol.
Sé que todo puede cambiar. Apenas
la muerte es inmutable.
Sin embargo, permítanme que hoy,
de nuevo, haga un alto en el trayecto y mire la desolación alrededor.
Luego, brindaré a solas con la
melancolía.
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