Hoy es un día especial. Han sido dos largos años de trabajo desde la Asociación Desmemoriados-Memoria colectiva de Cantabria para la preparación y materialización del libro que hoy se presenta en la librería La Vorágine.
En el inicio solamente era un proyecto, un deseo que tenía pocos visos de realización, pero que poco a poco, a medida que hablábamos con unos autores y otros iba acercándose a la realidad.
Julio, en su casa de León, me dijo que sí, me dio un libro y me dijo: "escoge lo que quieras".
Joseba me citó frente al Malecón de La Habana, a la entrada del Hotel Deauville. Y lo que iban a ser dos horas se convirtieron en seis o siete de charla animada frente a unas cervezas.
Gloria nos recibió en su casa en un hermoso reencuentro.
Con Alfons, paseando por Santander, no hubo nada más que mencionárselo para que nos remitiera poco después un relato de abandono y exilio.
Y así con todos y todas las que están.
Cómo no meditar con los certeros pensamientos de Antonio respecto a la memoria de su pueblo, que es la de todos nosotros. Cómo no emocionarse con las vicisitudes del abuelo de María, o sufrir con los personajes de Mabel. Cómo no sentir la cercanía de una villa de la costa cántabra, que reconocí inmediatamente como parte de mi infancia, en las palabras de Pilar. Cómo no sentir nostalgia con el guiño de Chesús a los brigadistas irlandeses. Cómo no volver a los diecinueve con el relato de Isabel. Cómo no enlazar la terrible metáfora de Juan con lo que le pasa a este país. Cómo no ver en la lejanía del mar a esta ciudad de dientes de dragón, con la historia de Luisa Carnés.
Hoy, como digo, es un día especial.
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