En "El lado oscuro del corazón", la hermosa y poética película de Eliseo Subiela, el poeta Mario Benedetti interpretaba un pequeño papel, en el que vestido con el típico abrigo azul de marinero soltaba una curiosa perorata en alemán, en lo que supongo que fue su bautismo de fuego como actor de cine. Y yo, que desde luego no soy ni por asomo alguien como el recordado poeta uruguayo, ayer también tuve la suerte de disfrutar en Gijón de un curioso estreno en las artes cinematográficas.
Fue larga la sesión y, en ocasiones, tremendamente cansada. No obstante pude comprobar in situ lo esforzado del oficio; e imagino que si el común de los mortales pudiera acceder a un rodaje de película, observaría sin duda el amor que hay que tener por una actividad como esta y valoraría con calor cada segundo del metraje cuando se planta delante de una pantalla para disfrutar del milagro del cine.
Toda mi admiración para todos aquellos con los que he compartido, curioso, este estupendo día y que el éxito les acompañe siempre.
Y hablo de éxito, no de triunfo, porque es un éxito disponer de la fuerza y la entrega para hacer aquello que a uno le gusta.
Y de mi, qué decir. Comprobé que soy un maravilloso actor de carácter. El mundo del cine ganó por un día a un irrepetible (y digo irrepetible con toda intención) intérprete del séptimo arte.
Siempre que en la fase de montaje no desaparezca como un errante holograma que se funde.
Qué bonito lo q dices, un abrazo con mucho cariño
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