Mientras regreso a casa tras caminar 5 kilómetros escucho en la radio la entrevista a un traductor. Hablan de la dificultad de traducir poesía y añaden que es necesario un profundo conocimiento por parte del especialista de ambas lenguas, la de origen y la de destino.
A continuación señalan los importantes avances que la tecnología ha realizado en materia de máquinas traductoras y luego un locutor de voz profunda, temperada y hermosa recita un poema que ha fabricado una de estas máquinas. Dicen que es un ejemplo de poesía artificial y habla de amaneceres y silencios, de tardes junto al fuego y de lluvia golpeando en los cristales... O algo así.
Pero, en realidad no dice nada. Nada de nada.
Pero, en realidad no dice nada. Nada de nada.
Y me da por pensar en poetas y automatismos que, elevándose en vanidades, danzan todos los días a mi alrededor.
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