A menudo recojo piedras
que luego voy guardando en los bolsillos o en la mochila;
piedras para no marcharme, aunque me marche,
de los lugares que he amado
o que me han amado
durante unos instantes;
piedras que atan mi memoria para ser dichoso
como se atan los recuerdos apacibles
con un nudo entre los dedos.
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