La montaña más alta
El mundo es como un almiar abandonado,
pequeño como una nuez que picotean los pájaros.
Una bola de aire allá a lo lejos,
una sencilla flor que se abre para tus ojos
mientras escuchas el sonido espeso de los ríos
y el ardiente viento que atraviesa tus pulmones.
Nada es como se sueña, aquí, donde terminan los abedules,
donde los visitantes buscan calma o gloria
y rehacen el tiempo paso a paso,
donde los senderos convergen en los mapas de la memoria
y los templos del agua resisten envueltos en hielo y roca.
Nada es, salvo la sombra rapaz de los halcones.
Y luego, cuando se cierran los atajos hacia la cumbre
y la imaginación del soñador ofrece su tributo al abismo,
cuando conquistas, por fin, la percepción de tu propia
nimiedad,
la noche, tu noche, implacable, se eleva sobre las nubes.
Mariano Calvo Haya
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