La verdad es que somos un raro engranaje en un reloj distorsionado.
Hoy la jornada empezó siendo un día normal por estos lares y en estas fechas. Lluvia a ratos, hasta que la lluvia toma confianza; sol a veces, tímido eso sí; nubes como barrigas de beodos, grises como el paréntesis gris que nos ha tocado de un tiempo a esta parte. Hoy el día empezó normal tirando a mezquino y se puso del color de los albañales a medida que iba transcurriendo.
Por la tarde he estado en la manifestación más amarga que nunca he vivido porque hay noticias que nunca deberían darse.
Y ya la lluvia se apoderó de la noche como si un leviatán nos hurtara los días.
Pero antes había entrado en una librería y había comprado un libro con título premonitorio. Monte a través. Un libro en el que alguien abandona a su familia en un día normal sin decir nada, como quien va a dar un paseo a la vuelta de la esquina y, sin embargo se adentra, solitario, en ese mundo de bosques y montañas tan corriente, tan habitual... Tan desconocido.
La verdad es que somos un raro engranaje en un reloj distorsionado. Y también somos el dolor que nos va quedando cuando no sabemos acertar con el rumbo que toman, a veces, algunos ángeles guardianes.
No hay comentarios:
Publicar un comentario