Hay un pequeño escarabajo negro que se encuentra cerca del agua y que a mí siempre me ha gustado. Si levantas la roca bajo la que vive, se va correteando. Si le bloqueas el camino, intentará ir por otro. Si le bloqueas todos los caminos, o si lo coges del suelo, encoge las patas debajo del cuerpo y finge que está muerto. Nada le disuade de esta farsa, de ahí la idea popular de que muere de miedo. Le puedes arrancar las patas una tras otra y ni se inmuta. Es sólo cuando le arrancas la cabeza del cuerpo que lo recorre un escalofrío insectil. Y ciertamente involuntario.
¿Qué le pasa por la cabeza en esos últimos momentos? Tal vez no tiene mente, tal vez su mente se manifiesta como una simple conducta, que es lo que dicen de la mantis religiosa (hotnotsgod). Pese a todo, en un sentido formal es una verdadera criatura de Zenón. “Ahora sólo estoy a medio camino de la muerte. Ahora sólo estoy tres cuartas partes muerto. Ahora sólo estoy siete octavos muerto. El secreto de mi vida se retrae infinitamente bajo el contacto de tu dedo. Tú y yo podemos pasarnos la eternidad fraccionando el tiempo. Si me quedo quieto el tiempo suficiente te acabarás yendo. Ahora sólo estoy quince dieciseisavos muerto.”
¿Qué le pasa por la cabeza en esos últimos momentos? Tal vez no tiene mente, tal vez su mente se manifiesta como una simple conducta, que es lo que dicen de la mantis religiosa (hotnotsgod). Pese a todo, en un sentido formal es una verdadera criatura de Zenón. “Ahora sólo estoy a medio camino de la muerte. Ahora sólo estoy tres cuartas partes muerto. Ahora sólo estoy siete octavos muerto. El secreto de mi vida se retrae infinitamente bajo el contacto de tu dedo. Tú y yo podemos pasarnos la eternidad fraccionando el tiempo. Si me quedo quieto el tiempo suficiente te acabarás yendo. Ahora sólo estoy quince dieciseisavos muerto.”
Tierras de poniente.
J.M. Coetzee.
Es un texto de una gran densidad. Parece que habla de entomología pero luego se desvía hacia el terreno del cálculo infinitesimal (creo que un tal Leibnitz nos preguntó en el bachillerato:"Estas a un metro de la tortuga, esta se dirige hacia ti y da un paso de medio metro, el siguiente paso es la mitad del anterior, el siguiente la mitad del anterior y así sucesivamente ¿cuando llegaria a ti?. Nunca, por supuesto).
ResponderEliminarLuego en los pensamientos del escarabajo o de la Mantis estas cosas no se plantean así. Es la puta manía de atribuir a invertebrados procesos de raciocinio propios de cerebros muy complejos, como los nuestros. Ponernos en la situación del escarabajo (sin amputaciones) es una farsa reduccionista. El escarabajo, por otra parte, trata de conquistar a su pareja con una buena bola de excrementos (el pelotero) pero de nunca tratará de pensar en Zenón para fantasear sobre el tiempo.
Los cerebros complejos tienen a menudo la tendencia a mirarse sus orondos ombligos y así fagocitan el mundo exterior para proyectarse luego en él y de ese modo seguir mirándose a sí mismos. El cine ha repetido ese esquema hasta la saciedad, sin ninguna inocencia, por supuesto: bichos de todas las clases conocen el odio, la venganza…
ResponderEliminarEl ser humano también atribuye a sus congéneres (hembras sobre todo) características con las que primero ungió a los animales: una zorra, una víbora, una babosa, una comadreja, un buitre…
Lo cierto es que los cerebros complejos están colmados de laberintos tan intrincados como matices tiene la vida y por eso, a modo de brújula, muchas veces recurren a la fábula, la metáfora o el refrán y hasta ponen a una tortuga a calcular la medida de su paso para mostrar verdades matemáticas.
Con suerte, la subjetiva matemática de la lengua nos devuelve literatura, con el único objetivo de separar lo esencial de lo otro. “Si me quedo quieto el tiempo suficiente, te acabarás yendo” y estará infinitamente muerto sin morirse. Parece un hombre ante una tesitura en la que no quiere estar, pero en clave literaria.
Me congratula que en sus dos primeros párrafos de su amable post se aproxime a mi caótica, rijosa y mezquina crítica del siempre sabio comentario de Mariano.
ResponderEliminarEl tercer párrafo pierde consistencia al establecer la siguiente relación:
Cerebros complejos-herramientas literarias-brújula-explicar la vida.
Parece razonable que la ruta es:
Cerebros complejos-necesitan brújula-explicar la vida-con herramientas literarias.
En el final se me va por los cerros de Úbeda (Jaén). Eso de “Con suerte, la subjetiva matemática de la lengua nos devuelve literatura, con el único objetivo de separar lo esencial de lo otro.” me desborda. Un análisis de la frase en profundidad re-enviaría a Lázaro Carreter a la tumba, tras superar una resurrección forzada.
En clave literaria : -¿Cómo está coronel?.-le dijo al pasar.
-Aquí- contestó él-. Esperando que pase mi entierro.
A mí me congratula que hayas encontrado “la ruta” en tu pormenorizado análisis de mi post. No era difícil, sólo había que respetar su formulación (comas, etc.) más o menos como en matemáticas (paréntesis, etc.).
ResponderEliminarSabía que decir a renglón seguido “subjetivo”, “matemáticas” y “lengua”, podía dar mucho juego, pero como el diccionario de la RAE se atreve a definir las matemáticas puras como estudio de la cantidad considerada en abstracto, yo tuve la osadía de hacer una abstracción de la mismísima matemática, para no usar la palabra “regla” (referida a cada sujeto y a su lenguaje) por la que mi licenciosa pluma siente cierta animadversión. Fue un repente, no volverá a pasar.
Y por Carreter no te preocupes, me dijo anoche que estaba ocupadísimo discutiendo con Maria Juana Moliner por castellanizar e-book, con lo correcto que resulta “libro electrónico”, y además me espetó que en cuanto a premios Nobel tanto le daba Márquez como Coetzee. Que desde que Obama pasó por Suecia, sufría una crisis semántica y que por eso no daba el brazo a torcer con su paisana. No sé que ha querido decir.
Sra mia: Si en su simpático post trataba de inventar la metamatemática siento decirle que no es así y que, en todo caso, ya estaba en uso desde Aristóteles.Más me preocupa que confunda a Carreter con su pareja en sus diálogos nocturnos. El primero acabó con mi embrionaria carrera literaria. El segundo me enseñó que las torrijas hechas por mi madre son comestibles.
ResponderEliminarUn saludo de su amigo, su servidor, su admirador, su esclavo, su millier...