En abril de 2009 crucé este puente en varias ocasiones a lo largo de una jornada de avistamiento de aves. Recuerdo a muchos naturales del lugar paseando tranquilamente arriba y abajo y cómo se entretenían en hacernos fotos con inocente disimulo, mientras que los más atrevidos nos solicitaban directamente posar junto a nosotros, tal vez como recuerdo exótico. Raros que debíamos parecerles.
Hoy leo que este puente ya no existe, derribado por la inconsciencia humana, y no puedo dejar de pensar en momentos como aquellos, bastante más serenos y felices.
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