En un restaurante de pizzas y empanadas de la Avenida Corrientes entra una mujer de sorprendentes y hermosos ojos claros que, en lugar de pedir una limosna material, se para en la puerta y exclama para quién lo quiera oir: "¡Quiero saber cuál es mi identidad!"
Un poco más allá, callejeando, observamos por segunda vez a un mendigo tumbado en un portal ensimismado en su libro, ajeno a los que pasan. En el siguiente portal otro mendigo lee la prensa.
En el teatro, al final de la obra organizada por las abuelas de la plaza de mayo, un nieto aparecido confirma que él por fin conoce su orígen. Sabe quién es.