Somos millones en esta isla errónea y apenas alguno sabe que llevamos vidas de náufrago

domingo, 19 de octubre de 2014

Valparaíso

 
¿Ve usted aquel pequeño edificio blanco que tiene una puerta grande y dos ventanas a cada lado? Pertenece a la Armada. Allí me llevaron en tiempos del Pinochet para torturarme. Me subieron la cuesta en un auto, y dentro me ordenaron que me quitara la ropa. Luego me anudaron un cable al dedo y otro a la pretina y dieron corriente. Yo bailaba como un muñeco. Por muchos años que viva no se lo deseo a nadie.
¿Sabe lo que querían? Yo trabajaba entonces en Tribunales y querían saber si el juez y la secretaria eran comunistas. Yo les decía todo el rato que cómo iba a saber eso si allí nunca hubo ninguna reunión política. Pero insistían.
Como vieron que no conseguían nada me llevaron a otro lugar, a otra pieza en la que te sacaban información a las buenas. Me llevaron encapuchado y me sentaron. Entonces alguien empezó a preguntarme. Yo no veía nada pero le reconocí la voz, fíjese usted, le reconocí la voz. Era un abogado de los Tribunales. Por ahí sigue. Santibáñez se llama el "güeón".
Más tarde me enteré de quién me denunció. Yo lo tenía por un amigo. Mi madre le dio de comer muchas veces. Era un compañero del trabajo que quería ocupar mi puesto. Pensaba que como me iban a detener e iba a estar cuatro o cinco días sin ir al trabajo, pues que me iban a cesar y él iba a poder ocupar mi puesto. Pero es que no tenía formación. Algunas veces le ponía un mapa y le decía: "A ver ¿en dónde está Chile?" Y él señalaba Europa.

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