Acodado en la barra del bar, con la familiaridad de un veterano o la
constancia de un busto de Hemingway, observo la ausencia en un gesto mil veces
repetido, primitivo. Como diría un Heráclito atacado por una sed de siglos de
democracia helénica, uno nunca llega a beberse, por mucho que lo intente, la
misma cerveza en el mismo garito. Y así es: aquí faltan parroquianos y sobran
años de distancia.
Sin embargo, el escenario parece el mismo. Las mismas mesas, las mismas sillas, los mismos libros soportando las paredes; en ellas los mismos cuadros: los paisanos de Saint Kilda, la vieja orquesta cubana, las tímidas desnudeces de mujeres de 1920, el cartel del Sub, el dibujo de aquella fiesta solidaria, la plaza llena de tanques en fila china, el retrato del Che…
Sin embargo, el escenario parece el mismo. Las mismas mesas, las mismas sillas, los mismos libros soportando las paredes; en ellas los mismos cuadros: los paisanos de Saint Kilda, la vieja orquesta cubana, las tímidas desnudeces de mujeres de 1920, el cartel del Sub, el dibujo de aquella fiesta solidaria, la plaza llena de tanques en fila china, el retrato del Che…
El retrato del Che.
En una ocasión en que estábamos solos, el camarero me preguntó: “¿Si
este bar desapareciera algún día con qué te gustaría quedarte?”
Y yo le contesté, con demasiada seguridad, mirando el inusual retrato de
un Guevara de ojos sonrientes, tan lejos del conocido guerrero icónico.
El retrato, hoy, sigue ahí, prisionero de la pared y de la indiferencia.
Y yo debo aceptar que me equivoqué.
“¿Si este bar desapareciera algún día con qué te gustaría quedarte?”
“¿Si este bar desapareciera algún día con qué te gustaría quedarte?”
Ya ven: Con las noches de humo y las largas conversaciones, tiernas y repletas de ironía. Con los grandes proyectos irrealizables. Con tres o cuatro versos. Con
los besos y los abrazos y la música que rodeaba el mundo y regresaba a ese pequeño
y oscuro lugar donde vivíamos, tan borrachos de tiempo que olvidábamos
por momentos que, en algún lugar fuera de allí, teníamos casa.
No hay comentarios:
Publicar un comentario