Afuera llueve sin ruido.
El pueblo entra en el otoño con la misma cadencia lenta con la que lo abandonaron los últimos veraneantes.
En la cocina, hacemos planes sobre el futuro mientras tomamos café.
Pero el pasado también se cuela entre las hojas que siembran las calles.
Recordamos a los amigos. A los que están y a los que son. También a los que estuvieron en algún momento.
Sin pausa recorremos el tiempo.
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