Somos millones en esta isla errónea y apenas alguno sabe que llevamos vidas de náufrago

jueves, 27 de abril de 2017

Ferreiro


JUAN VIVE MUY BIEN EN CARACAS

La sociedad del bienestar ha venido 
por los laberintos de las computadoras.
Un mundo feliz, querido Aldous,
sin pájaros al amanecer, ha llegado.

Juan trabaja en una fábrica de automóviles,
Juan trabaja en una fábrica de tocadiscos,
Juan trabaja en una fábrica de neveras,
Juan trabaja en una fábrica de televisores.

Juan trabaja y ahorra infatigable
para ingresar su dinero en un banco
que es el dueño de la fábrica de automóviles,
que es el dueño de la fábrica de tocadiscos,
que es el dueño de la fábrica de neveras,
que es el dueño de la fábrica de televisores
y de la publicidad que brota en sus pantallas.

Trabaje, produzca, ahorre,
que lo demás es cuenta nuestra.
Usted ponga el dinero
y nosotros pondremos lo demás.

Juan pudo por fin comprarse un automóvil,
Juan pudo por fin comprarse un tocadiscos,
Juan pudo por fin comprarse una nevera,
Juan pudo por fin comprarse un televisor
para ver en su pantalla
la publicidad que su banco desarrolla.
Juan ha conseguido por fin electrodomesticarse,
electroconvencerse de que es mejor estar tranquilo
y electroconducirse como un muchacho bueno
al que nada humano le es ajeno cuando es cómodo.

Los beneméritos, filantrópicos industriales,
con sus aliados mercantiles en comandita
han llenado sus bolsas, porque el dinero
de enero a enero es siempre del banquero,
según dice un refrán
que en otro tiempo hizo el pueblo Juan.

                                           Celso Emilio Ferreiro.

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