Derribarás la casa donde he existido
o la dejarás vacía de la presencia de los míos
por los siglos.
Para que ninguno de mi estirpe
sueñe con el calor de las palabras,
para que nadie pueda habitar la bienvenida,
para que mis descendientes
no alimenten entre sus paredes a la esperanza
ni encuentren espacio
para llorar a los muertos.
Pero entonces tú
serás por siempre el constructor de escombros
y yo seré
eternamente
la piedra.
Mariano Calvo Haya
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