Todo está tan lejos
que mis alas no resisten
el trabajo de volar.
Pero sueño en las noches
con el viento y el océano
y también con esa lluvia
que golpea quedamente la tierra
como un huésped
en busca de cobijo.
Y a veces pienso que soy
ese aguacero
que acompaña mi vigilia
y me derramo
entre la hierba
y construyo los hermosos,
los dulces caminos invisibles.
Trazo mapas mínimos
al compás de los insectos.
Y cuando por fin me detengo
soy el remanso
en el que está bebiendo
un pájaro.
Mariano Calvo Haya
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