Ana, que estaba presente cuando se tomó la fotografía de la pintada que deseaba un beso infinito, me manda esta otra foto perteneciente, según parece, a una necrópolis neolítica de San Fernando (Cádiz), que completa la anterior. Debo reconocer ahora que cuando pensé en un beso que durara para siempre lo primero que pasó por mi cabeza fue algo como esto, aunque luego optara por una entrada, digamos, más romántica. A veces cuesta reconocer en uno mismo la vena prosaica, pero no deja de ser cierto que todo lo que dura para siempre puede llegar a convertirse en algo muy seco y descarnado
Los que depositaron sus restos así nos han hecho llegar la relación que les unía en vida,eso es lo que más me emociona.
ResponderEliminarRaquel