Somos millones en esta isla errónea y apenas alguno sabe que llevamos vidas de náufrago

martes, 20 de noviembre de 2018

Acostarse temprano



Es en Érase una vez en América, la gran película de Sergio Leone sobre el mundo de los gangsters, donde Noodles, el personaje que interpreta Robert de Niro, regresa, ya maduro, huraño y decaído, a su barrio, después de 20 años de ausencia, huyendo de su destino. Un amigo de infancia y de juventud, que ahora regenta el bar de su padre, le abre la puerta y con la sorpresa inicial, mientras titubea, le pregunta, ¿qué has hecho durante todos estos años, Noodles?
La lacónica respuesta de Noodles encierra toda una lección de vida y de soledad: “Acostarme temprano”.

Está claro que Noodles es un pelanas, tal como en otra secuencia del largometraje le escupe la protagonista femenina, con la mirada más fría y decepcionada que se haya podido vislumbrar en la Historia del Cine.
Al menos es un pelanas, un chiquilicuatre, un zascandil, para aquellos que saltan como gamos por los vericuetos de cualquier actividad en busca del triunfo y del éxito a costa de lo que sea. Pongamos que en una actividad artística. Pongamos que en la literatura. Pongamos que en la poesía, por ejemplo. 

Si Noodles fuera un poeta en lugar de un gangster retirado, sería un poeta menor, un poeta de provincias, un poeta condenado al aislamiento, al silencio y a la oscuridad, porque los focos y los brillos estarían en otra parte. Tal vez en las camarillas y en los conventillos donde se reúnen en manada aquellos vates que tienen claro el concepto de lo que es prosperar a dentelladas o los que acostumbran a encadenar versos –o lo que sea- con la fluidez de las metralletas que apuntan continuamente contra cualquier rival. Tal vez, si Noodles fuera un poeta de orden estaría a la sombra confortable de un poder abrasivo al que le importa menos un buen poema que el supremo arte –o artificio- de las mentiras, al que adora con delectación y al que se entrega con extrema suficiencia. Ejemplos hay a lo largo de los siglos: De poetas sumisos, digo. El poder siempre es el mismo.
Tal vez, si Noodles fuera un poeta como hay que ser, ya llevaría un currículum de premios, títulos y homenajes tan pesado como su vanidad y casi siempre como su pedantería.

Pero Noodles, que no es un poeta y que pasa de las modas, que pasa de las corrientes – porque al final siempre dan frío-, que pasa de las reatas de poetas que miran siempre por encima de sus hombros, que pasa del falso porvenir y de la vana gloria de los escaparates, es solo alguien que observa con atención alrededor, que lee mucho, que escribe más bien poco o quizá lo justo y que, sobre todo, sobre todo, como un pelanas cualquiera, acostumbra a acostarse temprano.




1 comentario:

  1. No es malo acostarse temprano. Casi todo lo que tiene interés en la vida pasa a primeras horas de la mañana.

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