Hace aproximadamente un año estábamos ahí, mirándole la barriga a las nubes y su amplia falda, verde o blanca, a los montes. Nuestros pasos sembraban edelweiss entre la hierba y las yurtas nos esperaban al fondo de cada valle. Cruzábamos entre caballos kirguises y un mirlo acuático esperaba con paciencia infinita a que dejara de fotografiarlo.
Hoy todo aquello es el hueco hermoso que vive entre la memoria y la melancolía.
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