La primera y la segunda guerra púnica se libraron entre Roma y Cartago durante el siglo III a.C. y tuvieron como resultado el fortalecimiento del control de Roma sobre el Mediterráneo occidental. Aníbal había sido derrotado en Zama, y Sicilia, Córcega, Cerdeña y la península Ibérica ahora eran suyas. Pero los romanos decidieron acabar con Cartago de una vez por todas declarando la guerra de nuevo en el año 149 a.C. En su determinación por ver la caída de Cartago, se contaba que el senador e historiador Catón el Viejo había llevado un higo fresco norteafricano al Senado y había propuesto a sus compañeros senadores que adivinasen cuándo había sido recogido. Cuando les contó que dos días antes aún estaba en su árbol, la idea de que Cartago se hallase tan cerca los alarmó, y "de inmediato", decía Plinio el Viejo, comenzó la tercera guerra púnica.
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