Somos millones en esta isla errónea y apenas alguno sabe que llevamos vidas de náufrago

viernes, 22 de abril de 2022

La Guerra


Hoy en las noticias de la televisión estatal ya mencionan sin rubor al batallón neonazi integrado en el ejército ucraniano que resiste, según parece, en una fábrica de Mariupol. Y no solo mencionan sino que también se le da micrófono a uno de sus mandos.

Luego en el mismo programa de noticias indican, también sin que a nadie se le abran las carnes, que hay expertos que manifiestan su preocupación respecto al destino final de las armas que se están entregando a Ucrania. Temen que cuando todo esto acabe, esas armas queden en manos de gente que las pueda dedicar a hacer el mal (así más o menos dicen, sin cortarse).

Y creo yo que no se necesita ser muy experto en nada para llegar a esa conclusión, que a un servidor ya le rondaba esa mosca desde que este país se puso generoso con las cosas de matar.

Si es que esto del ardor guerrero y el confiar gratis es como cuando de adolescente le entregabas cartas para tu enamorada o enamorado a ese mejor amigo, que convertías en el correo del zar para  que a continuación dejara de serlo en cuanto,  entre postal y postal, te levantaba al objeto de tus pensamientos.

A lo mejor eso de ser experto en algo tendría más alcance si alguno de ellos, de esos lumbreras, se parara a mirar cómo se acaba con la guerra sin tanta muerte y sin tanta destrucción, que ahí está el nudo gordiano.

Se nos van a quedar a todos caras de gilipollas. Al tiempo.

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