Podría poner aquí una imagen bucólica y campestre, optimista, cercana a la felicidad que proporciona un paseo por el bosque o la contemplación del mar, pero es que siguen bombardeándonos con escenas de guerra, misiles balísticos entre Coreas y otras amenazas. Además parece que estamos inmersos en una cumbre del clima, que más bien parece una depresión, y para colmo ha aparecido de nuevo en nuestras vidas de esforzados televidentes un fantasma del pasado con tupé amarillo y voz meliflua hasta el hartazgo a consecuencia de no sé qué elecciones, en las que muchos indocumentados juegan sin contemplaciones con nuestras vidas.
Así que prefiero, por hoy, poner una fotografía de un lugar que, a veces, puede parecer la última esperanza, el caravasar añorado, el albergue de los perdedores. El lugar en el que detenernos antes de que, por fin, nos extingamos repletos de buenos deseos.
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