Desembocadura del Pas.
Cuatro zarapitos volando y cuatro entre las rocas. Pero ni rastro del Martín. A veces en lo alto de la pared del molino una gaviota o un ratonero. A lo lejos, a la orilla del mar o entre las dunas, pasean especímenes humanos a los que les faltan sus ropajes de invierno. También navegan en canoa por aguas conocidas. Mayo, con su canina indiferencia, se baña sin perderme de vista.
Sol dice que ya están llegando las collalbas.
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