No sé por qué las golondrinas,
que hoy quiebran el aire a mi alrededor, me hacen pensar en ellas, que también
deberían volar libres.
Y sin embargo me inquieta la
extraña sensación de que, en realidad, solamente son las derrotadas en un largo
combate del que nadie ha escrito aún la última página.
No sé por qué, cuando levanto la
vista, solamente veo una nube de estorninos en formación.
No sé por qué algunas golondrinas
tienen que morir camino del trabajo.
No sé por qué algunas golondrinas
tienen que vivir en estado de permanente angustia.
No sé por qué muchas golondrinas se
someten al vuelo de los estorninos.
No sé por qué el lento exterminio ha de ser lo insensible y lo cotidiano.
Quisiera saber si alguien, pongamos por
ejemplo un futuro desertor, puede darse de baja como estornino.
Y por fin, si un desertor es aquel que se queda solo en el desierto.
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