NUNCA SE SABE
Se tambaleó por un momento
entre la hierba alta, como si estuviese bailando
con una mujer. Nuestros cañones
se pusieron al rojo vivo.
Cuando me acerqué,
un halo azul de moscas volaba sobre él.
Cogí de sus dedos
la foto deteriorada.
No hay otra manera
de decirlo: Me enamoré.
La mañana empezaba a clarear,
menos para un mortero lejano
y para algunos helicópteros que despegaban en alguna parte.
Le metí la cartera en el bolsillo
y le di la vuelta para que no siguiera
besando el suelo.
Yusef Komunyakaa
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