Semana dedicada a desfacer tuertos en entidades bancarias. Finalmente consigo cancelar la cuenta que un familiar impedido tenía en el banco del logotipo de la mierda humeante. En la cuenta apenas había movimientos salvo aquellos que el propio banco cargaba concienzudamente como comisión de mantenimiento (en realidad, por no hacer nada). Ya eran una barbaridad los 10 euros semestrales, pero completamente descabellados los 24 trimestrales del último año.
Con la cancelación aún me cobran 16 más a beneficio de su patente de corsario. Indignante.
Pongo rumbo a otros mares más pacíficos. Por fin puedo empezar a mentalizarme y a pensar en el remiendo que mañana me harán en el tobillo. Si la marea no lo impide.
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