Podríamos rendirnos
y todo estaría hecho.
La facilidad con que agacharíamos la cabeza,
el modo de entregar nuestras armas al tedio.
Bajaríamos los brazos con elegancia
para suprimir cualquier muestra de amor o de coraje
y buscaríamos intensamente el reverso a la alegría.
Podríamos blanquear nuestros huesos,
encender la noche con las hogueras
en las que ardería nuestra piel
y nuestro pensamiento.
MCH
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