En mi barrio, que éramos mucho de canción protesta, hubo un tiempo en que las baladas de Patxi Andión transformaban nuestra voz, a poco que nos pusiéramos, en un río áspero y embravecido. Y había tantos aspirantes a maestros que era imposible no identificarse con aquel que mucho después supo del secreto que habitaba en la lengua de las mariposas.
Cada día podía ser 26 de julio y, desde luego, desde luego, íbamos entonces por la vida, jóvenes e inexpertos, con toda la mar detrás.
Y ya ven, señores, una, dos y tres, una dos y tres, lo que ustedes no quieran "pa" mi barrio es.
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