Subimos monte arriba en busca de la perdiz nival, nuestro siguiente objetivo de observación, pero la suerte y la perdiz esta vez fueron esquivas, o quizá, y por lógica, se disimularon muy bien en el paisaje. Pese al frío y la adversidad me volví a sentir como en los viejos tiempos montañeros. Felizmente hecho polvo.
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