Por lo que sé, las cocinas rurales fueron siempre algo así como un club social con mucha literatura. Estancias amplias y caldeadas en las que se reunía la gente cuando la televisión no era nada y el invierno se adelgazaba entre cuentos y cantares.
En la que veis, aún hoy la gente hace larga escala junto a la lumbre. Se disfruta del yantar, se cuenta y se habla (aunque sea más alto de lo necesario) del futuro y del pasado. El presente, sin embargo, se vive.
Y a veces, porque ellos son así, hasta se baila.
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