Tres paisanos que pasean por un camino vecinal, combatiendo el colesterol y la modorra de la jubilación, se paran junto a una pequeña huerta en la que otro se afana sembrando.
Uno de los paseantes le grita a modo de saludo, -¡te van a robar los ajos!.
A lo que el huertano contesta con la misma chufla, -le harán más falta que a mí.
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