Visto está que nunca se termina de aprender. ¿Quién me iba a decir a mí que tenía un bosque de sequoias prácticamente a la puerta de casa?.
Sol me lleva, casi en un secreto, a pasar la tarde caminando entre gigantes. Y disfruto como un niño en la penumbra del bosque. Tan cerca y tan lejos de la rutina y de la tristeza.
¡Qué envidia!
ResponderEliminar