Hoy, cuando los árboles arden, cuando hace ya demasiado tiempo que desaparecieron las filas de plátanos y chopos a los lados de mis carreteras más familiares, en nombre de una seguridad viaria de difícil explicación, no deja de ser entrañable perderse por lugares en los que todavía es importante conservar lo que existe. El verdadero privilegio de vivir.
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