Un viaje entre bosques de sabinas y hadas impertérritas en pos de un búho (llamado Chilindrín) con problemas de timidez.
Un paseo entre piedras de edad avanzada que hablan, a quien quiere escuchar, con la voz de Cicerón.
Y en el estómago un mar de yogurt en el que flotan pedazos de queso como barquichuelas a punto del naufragio.
Nunca debimos salir de Cavusín.
No hay comentarios:
Publicar un comentario