La Cabrera. León. Octubre 2012.
Inquieto se despierta al día con una pesadumbre de sombras
pues tal vez soñó con jinetes negros y armaduras de acero.
Pero afuera quieren llover las horas como otoñales hojas
de abedul en el hospitalario manto de la hierba.
Entonces, lentamente, con la parsimonia de aquel
que posee el tiempo, cambia el semblante adusto de la tierra
y se desprende de su rigor el que una
vez fue tocado por el miedo.
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